The story of "The Widow’s Mite" (Mk 12:41-44) is one of the most endearing in the gospels. A poor widow offered a handful of coins to the Temple treasury. Though her contribution was small compared to others, it was all she had. This story highlights that philanthropy is a central tenet of Judaism. Jewish people, both in ancient times and today, are called to give 10% (a tithe) of their wealth to the poor. This act of giving is called "tzedakah" (from a root word meaning "righteousness," "justice," or "fairness"). By giving, the giver acknowledges that all people, especially those without land, business, family, or money, are integral members of the community. All Jews, including those considered “poor,” are encouraged to participate in tzedakah. Let’s take a moment to unpack this ancient practice, revisit the parable, and consider what it suggests for our own charitable practices today.
Tzedakah should not be understood merely as charity. At its core, this practice embodies an act of solidarity—a connection between giver and receiver.
La historia de la “ofrenda de la viuda” (Mc 12,41-44) es una de las más entrañables de los evangelios. Una viuda pobre ofreció un puñado de monedas al tesoro del Templo. Aunque su contribución era pequeña en comparación con la de otros, era todo lo que tenía. Esta historia pone de relieve que la filantropía es un principio central del judaísmo. Los judíos, tanto en la antigüedad como en la actualidad, están llamados a dar el 10% (un diezmo) de su riqueza a los pobres. Este acto de dar se llama “tzedaká” (de una palabra raíz que significa “rectitud”, “justicia” o “equidad”). Al dar, el donante reconoce que todas las personas, especialmente aquellas que no tienen tierra, negocio, familia o dinero, son miembros integrales de la comunidad. Se anima a todos los judíos, incluidos los considerados “pobres”, a participar en la tzedaká. Tomemos un momento para analizar esta antigua práctica, revisar la parábola y considerar lo que sugiere para nuestras propias prácticas caritativas actuales.
La tzedaká no debe entenderse simplemente como caridad. En esencia, esta práctica encarna un acto de solidaridad, una conexión entre el que da y el que recibe.